QUIROGA TRAIL CHALLENGE 2015
(by Ramiro)
Este año
fuimos invitados por nuestro Maestro y amigo Blas Rodríguez a participar en el
Quiroga Trail Challenge 2015, exquisitamente organizado por la gente de
Tourgalia. Consta de 2 pruebas: Trail do castelo y Trail do Lor, ambas con su
versión “normal” (42km y 4.800m acumulados para O castelo y 46km con 6.000m
acumulados para Lor) y una versión “mini” (23km con 3.000m para Castelo y 18km
con 2.600m). Como parte al aliciente para participar, además de la propia
temeridad que se nos presupone a los montunos, se sortearon 2 dorsales gratis
para cada una de las pruebas entre los interesados del CAS. Quiso la Diosa
Fortuna que la suerte me sonriera dos veces al salir agraciado en ambos
sorteos, así que con los bolsillos repletos de dinero por el importante ahorro,
me lié la manta (o la mochila) a la cabeza y allá me fui.
PRIMERA ETAPA: TRAIL DO CASTELO
Tras
haber corrido la Maratón de Barcelona (sí, también vamos al asfalto de vez en
cuando) logrando MMP con un entrenamiento previo digamos que escaso (tampoco es
que la marca previa fuera una maravilla), me creía el Rey del Mundo y una
semana después estaba arrastrándome por los montes de Dexo en el Costa Trail de
Oleiros, y no contento con eso me planto en la salida del Trail do Castelo el
28 de Marzo para intentar hacerme con los 42km sin pestañear.
Salida tranquila, sin prisas que todavía
queda mucho que trepar, en compañía de la gente de CAS. Tanto los de la “larga”
como los de la “corta” compartimos los primeros km de recorrido que
consistieron en un sube y baja por distintos terrenos: tierra, barro, pizarra y
agua, mucho agua. Parece como si la organización tuviera especial interés en
que conociéramos todos los afluentes, riachuelos, regatos y charcos e la
zona. Llegué a contar hasta 4 cruces de
río en menos de 500m de recorrido; el mismo río. Salgo con Jorge y Fátima, que
se queda atrás por un pequeño percance (luego me alcanzaría). Jorge, como
siempre, haciendo el cabra con su continuo adelanta-retrocede. Me paso una baliza
y subo por donde no es pero gracias a él recupero la senda correcta. Al final
se harta de esperarme y se aleja dando saltitos. Tras el primer
avituallamiento, en el km 8, me alcanza Begoña Brión, quien será mi agradable
compañera de penas hasta coronar el alto da Torca (km 15) después de un
cortafuegos que costó subir caminando a pleno sol y por el que mucho antes
subió el “Gran Arca” trotando como si de un falso llano se tratara, para
posteriormente pasar saludando a las chicas del avituallamiento sin tan
siquiera parase a beber (no dejo de alucinar).
Nosotros si paramos; de hecho casi ni
éramos capaces e caminar. Tras beber un poco y tomar unas naranjas estupendas
nos alcanzan los escobas (Blas y Rakel) acompañados de Fátima, Aida y otro
chaval del que no recuerdo el nombre. Begoña se despide y nos deja a los
rezagados disfrutando de las vistas.
Se inicia un descenso técnico (muuuyy
técnico) por terreno lleno de pizarra suela con gran desnivel que va a
condicionar mi carrera definitivamente. Me he equivocado al escoger zapatillas
y mi maltrecho metatarso se resiente dentro de las Cascadia a cada nuevo paso.
Llego abajo tras unos 5km interminables y empiezo a subir con Blas y Rakel
animándome sin parar (vaya lujo contar con unos escobas tan majos). El pié va
aguantando, y subiendo en terreno firme no siento molestias. Estoy lleno de
energía y ánimos nuevamente por lo que pienso que acabar es posible. Pero poco
me duró la alegría pues esto es puro trail del duro y la organización no
entiende de senderos y caminos hechos. Nueva bajada brutal, incluyendo descenso
por cuerda hasta un río en el que me refresco nuevamente. Pero el pié dice que
“hasta aquí llegamos chaval” y con todo el dolor de mi alma comunico a mis
escobas y ala organización de me retiro
en el avituallamiento de Rugando (km 25) tras 1.500m de ascenso y 5:30hrs
peleando. Traslado a la meta en coche y reencuentro con Bea y Edu que hicieron
la corta y descansan en la hierba. Saturado de correr y mentalmente tocado,
decido darme un descanso y replantearme el calendario.
SEGUNDA ETAPA: TRAIL DO LOR
Una vez sanadas las “heridas” de Castelo y
decidiendo no participar en la Travesía do Xalo la semana antes por molestias
en el metatarso (mi amigo el neuroma de Morton seguía recordándome su existencia)
me lanzo a por el siguiente desafío con el Trail do Lor (me había salido
gratis, no podía fallar). Esta vez, consciente de mis limitaciones, me decido
por la versión corta (18km y +1.400m). salimos de Sada tempranito Begoña,
Manuela, Carlos “O Catalán” y servidor. En el otro coche viajan Bea, Alberto y
Felipe. Llegada a Quiroga, recogida de dorsal, unos cuantos saludos (Jabalí,
Carlinhos, Blas, Rakel, Javier Estévez, Fátima y Fernando, Luis, …) y a tomar
un cafelito con su respectivo bizcocho de chocolate en la panadería de
enfrente. Salida en el pelotón de cola
(que ya no abandonaría más) con Carlos, que será mi fiel escudero en esta
cruzada, Bea, Begoña y Manuela.
Los ritmos de cada uno nos van separando
y tras un breve recorrido por las calles de Quiroga enfilamos monte arriba por
un cortafuegos que en frío se antoja durísimo. Escucho a Blas gritando desde
atrás “que vienen los de Podemos” y con el miedo subo casi a la carrera.
Subidas y bajadas casi continuas por tierra húmeda en la que derrapábamos
continuamente. Algún riachuelo, discreto, casi de forma disimulada al inicio.
Posteriormente más y más agua hasta ser una constante en el camino. Temo por el
metatarso en un terreno tan irregular: correr por las laderas con los pies
inclinados lateralmente es lo que más me afecta. Sin embargo parece que las
Ultra Raptor logran mantener los pies
estables dentro y no tengo la más mínima molestia durante casi toda la carrera.
Carlos está maravillado con el paisaje y es que O Courel no deja impasible a nadie.
Es la tercera vez que lo visito este año y siempre me sorprende. Reflexionamos
acerca de lo afortunados que somos al tener estas montañas al lado de casa y de
cuanta gente conoce parajes como los Picos de Europa o el Pirineo y nunca ha
pisado O Courel o Ancares. A lo tonto llegamos al primer avituallamiento en
Parteme (km 6,5) donde nos separan de los de la “larga”. Cargamos las pilas y
tiramos millas, Carlos y Ramiro, Sancho y Quijote. Las Dulcineas vienen detrás
pisando los talones.
A partir de aquí comienza una subida por
senderos aceptablemente fáciles y luego un descenso técnico hasta el río, por
el cual transcurrirá buena parte del recorrido. Hay barro, tierra, piedras,
agua, ramas, espinas (muchas espinas)y de todo cuanto se os pueda ocurrir. Pero
esto es Trail del puro, del bueno. Del que te adormece las piernas y cuando
crees que ya no puede subir un metro más te obsequia con una bajada de infarto
esquivando árboles y derrapando en la tierra hasta el río, que te recibe fresco
y cristalino para devolverte el color perdido al rostro. Nuevo avituallamiento,
esta vez en Contido (km 13) y buenas sensaciones.
Estamos relativamente frescos,
encantadísimos con el recorrido y con ganas de más monte. Salimos al trote tras
un breve refresco y recargar los bidones de agua. Avanzamos alegres por una
pista de piedra y tierra que, tras lo anterior, se nos antoja una alfombra de
hierba.
Tan felices y contentos vamos que sólo
cuando sentimos el ruido de los coches y avistamos una carretera próxima nos damos
cuenta de que llevamos un buen rato sin ver una baliza. Retrocedemos sobre
nuestros paso, y vaya si retrocedemos. Casi 3km, sus 250m de desnivel acumulado
y un total de 26 minutos perdimos hasta encontrar de nuevo el camino.
“Tranquilo Carlos que ya no queda nada”; nunca me arrepentiré tanto de decir
unas palabras. Iniciamos una de las peores subidas del recorrido que con el
desnivel que tenía, lo resbaladizo del terreno y lo cansados que estábamos ya,
se nos hizo eterna e insufrible. Desde arriba escuchamos voces femeninas y
Carlos le grita “ánimo Rosa”. Por un momento pensé que Rosiña, nuestra Rosiña,
se había colado en el Trail pero luego descubrí que Rosa en catalán significa
Manuela. Ya nos pisan los talones las chicas así que hay que apurar el paso.
Alcanzamos la cumbre (casi el Everest, diría yo) e inciamos un nuevo descenso
que nos llevaría ya hasta las calles de Quiroga con un final por la calle Real
y meta en el Albergue. Carlos me aplica el viejo truco de esprintar al final
para llegar delante (todavía tiene malas artes de asfaltero, pero se le
perodona porque es nuevo en esto). Objetivo cumplido, sin más que unas leves
molestias en la planta del pie, y pensando ya en el próximo reto que iba a ser
el Trail Aldeas do Courel pero después de un razonamiento poco lógico y de
dejarme liar por Blas, Jabalí y Luis, será el ULTRA TAC si no muero en el
intento.